Tener el primer hijo es una conmoción para toda mujer. Tener un segundo hijo, es una valentía. Pero tener un tercer hijo... bueno, todas las anteriores. La diferencia es que hay una experiencia acumulada y un autoconocimiento de mamá que permite probar nuevas técnicas, tomar otros riesgos y otras decisiones. Y esto no quiere decir que una esté blindada frente a las dudas y el cansancio. Entrevistamos a Camila Pérez Gallo, joven madre de tres hermosas criaturas, antropóloga e integrante de la La Leche League de Iquique, en el norte de Chile, para conocer su experiencia y aprender.
Un tercer hijo parece ser una
buena oportunidad para probar métodos diferentes de crianza. ¿Es así para ti?,
¿por qué?
Si,
efectivamente cada una de las experiencias vividas se transforma en aprendizaje
con un nuevo hijo. El tercero, Mateo, es un regalo no esperado que hemos
disfrutado intensamente. He vivido esta maternidad más tranquila, más confiada.
Eso me ha dado oportunidad para probar haceres y saberes de crianza distintos.
También tengo que reconocer que tres hijos exigen un trabajo enorme, y la
complejidad de compatibilizar lo laboral con la crianza, se va haciendo cada
vez mayor. Se hace imprescindible tener redes de apoyo, no sentirse sola en la
crianza, tanto por el funcionamiento de lo práctico cotidiano, como por la
necesidad de compartir las experiencias de maternidad.
Si desde mi
primer hijo sabía de la importancia fundamental de la lactancia materna, con el
tercero mi fe en la teta es absoluta, total. ¡No me imagino qué sería de mi como
mamá sin la teta!
¿Cómo has llevado la lactancia con tu tercer hijo?
La he disfrutado
muchísimo y pienso dar teta mucho más tiempo que a los dos primeros, que lactaron
hasta el año de vida. Tal vez sea más, tal vez menos tiempo, pero creo que tres
años por lo menos. En el primer mes de vida de Mateo pasé por una situación
difícil, pues hice una mastitis con fiebre alta y dolor. Me asusté porque no me
había pasado antes, pero logré superar la situación sin intervenir el proceso
con mi guagua y sin la necesidad de que un médico me recetara antibióticos u
otro fármaco. El apoyo de La Leche League y de la líder del grupo en que
participo hace ya casi un año, fue fundamental para superar ese momento.
¿Y la alimentación en general?
Mateo tuvo
lactancia exclusiva hasta los seis meses de edad, comenzando desde ese momento
con alimentación complementaria, principalmente trozos de fruta y verdura
entera, en pedazos grandes, para luego probar con sopas con ingredientes
variados. Lo bueno de este método es que puedes ver si algún alimento es
rechazado por el bebé o le provoca alergias, antes de mezclarlo en una sopa. Y
Mateo ama comer, disfruta hasta la última cucharada que le damos y los pedazos
que saca de los trozos de comida entera, hoy con los apenas 4 dientes que tiene.
Seguimos usando un sistema "combinado", entre sopas y comida entera,
sin adicionar sal ni azúcar y agregando un poco de aceite de oliva en las
sopas. Y la teta es varias veces al día y también en la noche. Cuando no estoy
con él, cambiamos la leche materna por fruta licuada, que toma con cucharita. También le
he preparado lechada de avena y de arroz, pero no quiere tomar en mamadera, así
que también es con cucharita. Toma el agua en la mamadera, pero ya estamos
probando con un vaso. No estoy dispuesta a darle leche de vaca ahora, no la
considero necesaria. Tal vez nunca le de leche de vaca. Sus hermanos toman
leche cuando ellos la piden, cuando sienten ganas, pero mi hija cada vez menos,
porque dice que le esta doliendo el estómago después de que la toma.
¿Cómo ves ahora la maternidad?
Creo que hoy tengo la capacidad de enfrentar las
situaciones difíciles con una calma que solo me da la experiencia atesorada.
Vienen etapas nuevas de crecimiento con los mayores y con las particularidades
de cada uno, pero me siento más preparada que hace algunos años atrás. La
maternidad me conecta hoy con lo fundamental y sacro; todo lo demás se torna
necesario, pero no elemental. Estoy consciente de que trato de hacerlo de la
mejor manera posible y también de que cometo errores. Tengo incertidumbres y
dudas respecto a cómo lo estamos haciendo, y a veces un cansancio extremo que
llega a hacerme llorar. Es una experiencia intensa cada día. Así también tengo
la certeza de que no quiero tener otra guagua, pero más adelante nos gustaría
adoptar un niño o una niña. Veremos si se puede. Lo que extrañaría muchísimo es
no poder darle teta a ese nuevo hijo o hija, pero como la teta ha sido mi
maestra, creo que podría entregarle ese contacto y experiencia de amor de otras
formas.
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