martes, 8 de abril de 2014

También parimos desde el cerebro.


 Entonces, sí la oxitocina es la estrella para que un parto fluya naturalmente y no convive con la adrenalina. ¿Por qué los partos hospitalarios son tan adrenalínicos?, por Fernanda Romo Ayala.



A mis 40 semanas y 3 días de embarazo, había roto aguas (membranas) en casa. Ya en el hospital, luego del control rutinario y confirmación de que próximamente nacería nuestra hija, la matrona dijo: “Si no hay dilatación, mañana a primera hora tendremos que inyectarte oxitocina”, yo era conocedora de que esa hormona se libera de forma natural y es la que provoca las contracciones y la dilatación del cuello uterino hasta los ya conocidos 10 cms. Sabía poco más que eso.

Su comentario me dejó inquieta. Ella, sin saber cómo evolucionaría mi parto me predisponía a que no sería capaz naturalmente de parir.

Como primípara había investigado sobre el embarazo y el parto, (o creía haberlo hecho, ahora confirmo que busqué en el lugar equivocado) asistí a las clases de preparación para el parto, leí libros, revistas, vi documentales y compartí experiencias con otras mujeres, un cuánto hay para llegar más preparada al gran día. Información aparte, la riqueza estaba dentro de mí, siempre supe que podría hacerlo, una convicción irracional que me daba la naturaleza y la vida que habitaba en mí. Fue por eso, que el comentario de esta matrona tal cómo vino se fue. Me dio más valentía, eso de desafiar, me pone las pilas.

Diez horas después nuestra hija nos miraba y relamía mi cuello, deseosa ella y yo de amamantar y amarnos. La oxitocina artificial no hizo falta, la natural fluyó e hizo su trabajo.

Con la distancia del tiempo y con el verdadero conocimiento en la mano, cuestiono y maldigo la información que recibí y que muchas recibimos; el curso de preparación para el parto, impartido por el mismo centro sanitario (que en algunos países ni siquiera existe), es una “formación” que termina siendo “deformación”, ahí te cuentan un cuento de cómo será el día de tu ingreso al hospital o maternidad, las rutinas y procedimientos. Pero lo grave, es que también hacen un ejercicio adoctrinador, normalizando prácticas que en la mayoría de los partos no serían necesarias si se siguieran los protocolos de la OMS, se trabajara con sentido común y un mínimo conocimiento sobre partos respetados. La medicalización de un parto -para ellos- es nuestro seguro de vida y el gran logro de la tecnología como un bien necesario para la sobrevivencia de la especie. Mis otras fuentes de información, revistas, libros, documentales y reportajes al servicio de la ignorancia, quedarán para otra columna.

El sistema sanitario en lo que respecta al parto, es un sistema perverso. Como profesionales de la salud con numerosos años de estudio, tienen más que sabido cuáles son los mecanismos cerebrales que actúan en el proceso del parto, cómo favorecerlos o neutralizarlos y porqué son de conocimiento fundamental para que toda mujer tenga poder y sea absolutamente capaz de parir de forma natural. Dejando eso claro, se empeñan en esconder una de las llaves que nos dan el control sobre nuestros cuerpos y forma de recibir a nuestr@s hij@s.

Mi columna en esta ocasión tiene un solo objetivo: Informar sobre el rol de la oxitocina y la adrenalina en el parto y cómo éstas son sistemáticamente amenazadas o beneficiadas en los partos hospitalarios.

Coloquialmente conocida como “hormona del amor y la felicidad”, la oxitocina es un neuropéptido esencial en el “cóctel hormonal” propio de un parto. Se origina dentro del hipotálamo y tiene como función (al momento del parto) de contraer la musculatura de fibra lisa, en este caso necesaria para las contracciones uterinas, -a mayor nivel de oxitocina contracciones más continuas- y para la expulsión de la placenta durante el alumbramiento.

Después del parto y de ahí su adjetivo amoroso, la oxitocina natural nos envuelve junto a nuestra cría provocando placer, contacto, instinto de apego y cuidado; acentúo el término natural, puesto que, la oxitocina sintética tan alegremente inyectada en los partos hospitalarios, sólo cumple la función de producir contracciones musculares de una dimensión superior en intensidad y cantidad. El artificio no cumple la función “amorosa” de la hormona, ya que no actúa sobre el comportamiento.

La oxitocina también nos invade en diversas situaciones, no sólo en el parto: es la que liberamos al tener un orgasmo, estar enamorados, felices, o al dar de mamar (mediante la estimulación del pezón por nuestro bebé).

La adrenalina es la antagonista de esta historia, es la hormona que inhibe la liberación de oxitocina, a mayor presencia de adrenalina, menos oxitocina. Su origen dentro del cerebro está en otra área, específicamente en el Neocortex o neocorteza cerebral. La adrenalina segregada por las glándulas suprarrenales, va ligada a situaciones de peligro, frío, stress, ruido, luz, sentirse observado etc…

Entonces, sí la oxitocina es la estrella para que un parto fluya naturalmente y no convive con la adrenalina. ¿Por qué los partos hospitalarios son tan adrenalínicos?

Hecho mano de lo vivido y lo contado, recuerdo como fue mi parto y los partos de mis mujeres cercanas. Todo está confabulado para que la oxitocina aparezca tímidamente y no cumpla con su rol natural. No se privilegia una atmósfera única y delicada, un ambiente íntimo para poder dar a luz, actualmente el entorno hospitalario es hostil para la oxitocina y acogedor para la adrenalina. No hay intimidad, no sabemos con exactitud a qué seremos sometidas, nos sentimos observadas, entran y salen extraños, te ordenan o animan exageradamente al momento de pujar (si es que no te han puesto epidural), el silencio y la oscuridad están ausentes y cómo colofón el “piel con piel” con nuestros hijos , esencial para el apego, es interrumpido o inexistente.

En definitiva, el sistema hospitalario no nos ayuda a parir, no facilita la situación y no es porque no lo sepa, es porque se resiste a entregar la potestad del parto, quieren ser los artífices y protagonistas de un acontecimiento que estrictamente no les compete. Acudimos a los servicios sanitarios para buscar seguridad y ser atendidas en el momento y la forma necesaria. No para salir además de con nuestro hij@ en los brazos, con un cuerpo destrozado, una autoestima vejada y una alma en reconstrucción.

Visto lo visto, no es de extrañar que cada vez son más las mujeres y familias que optan por un parto en casa, ahí nadie decide por ti, te llena de inseguridad ni te infantiliza con sus argumentos de superioridad y supervivencia, ahí nadie te hace sentir de que “no fuiste capaz de parir”.





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