La maternidad en el “exilio” te hace más fuerte, pero más vulnerable al momento de criar, ya no tienes tribu. Tienes que empezar a construir afectos y confianzas que te ayuden a sostener y sostenerte. Por Fernanda Romo Ayala.
Soy inmigrante. A los 24 años dejé mis costumbres, familia, amigos e historia. En un mes de septiembre y recién egresada, decidí poner punto aparte en mi biografía, y comencé a escribir un nuevo capítulo, desconocía el escenario, los personajes y la trama, sin embargo no tenía temores, me sentía poderosa, capaz de cruzar medio mundo y volver a empezar.
Mi exilio fue voluntario, deseaba buscarme la vida, trabajar en lo que fuera para poder juntar dinero y continuar mis estudios, lo que en mi país de origen era una inversión imposible de solventar. Las desventuras de una inmigrante ilegal, -que son muchas- eran parte del equipaje, sabía a lo que me exponía, aunque no es lo mismo “vivirlo que contarlo”. La burocracia de la inmigración (visas, residencias y permisos de trabajo), la explotación laboral y una que otra humillación desgastan las ganas de cualquiera. Al poco tiempo perdí mi trabajo y con él la posibilidad de regularizar mi estadía, entraba en el círculo vicioso del extranjero, sin trabajo no hay papeles, sin papeles no hay trabajo.
La aventura siempre trae sorpresas y el destino está escrito, no todo es perder, y si pierdes, luego ganarás el doble. Confieso que aquí encontré lo que no venía a buscar, a 14 mil kilómetros de distancia completé la pieza de mi puzzle vital, encontré la lámina (cromo) más difícil del álbum. Llámenlo romanticismo, pero mientras perdía un trabajo encontraba al compañero que buscaba para seguir en este viaje. Juntos, los problemas no pesaban y nos hacíamos grandes, tanto como para querer construir una familia.
A poco andar nació nuestra hija, mezcla de culturas y forjadora de su propio origen, porque su padre también es inmigrante. Tenemos una familia multicultural de continentes diversos. Nunca lo vi como un lastre (cosa que muchos me dijeron) al contrario, para nosotros siempre es y será una fuente de riqueza.
Ser madre es un viaje en sí mismo, un descubrimiento constante. Pero si estas lejos de tu hogar, de tus afectos y de tu lugar de confianza, todo es un poco más difícil. Como yo, hay miles de mujeres valientes que deciden cambiar su vida, abandonar su país, por las razones que sea y en el transcurso ser madres. La maternidad en el “exilio” te hace más fuerte, pero más vulnerable al momento de criar, ya no tienes tribu. Tienes que empezar a construir afectos y confianzas que te ayuden a sostener y sostenerte.
Antes de sentarme a escribir esta columna, conversé y reflexioné con otras mujeres en mi misma situación, les preguntaba, qué era lo más difícil de ser madre en otro país. Les extrañaba que viniera de mí esta pregunta si sabía perfectamente las respuestas. La impotencia de no poder preguntar el sexo de su hij@ o comunicarse con los médicos al momento de parir, es increíblemente un punto en común entre las mujeres que no conocen el idioma.
Pero la gran mayoría de mujeres y me incluyo, lamentamos no poder dar y compartir con nuestros hij@s experiencias, afectos, valores y lugares que nos hicieron crecer y ser.
Los cumpleaños y las fechas señaladas con casas llenas de familia, el amor de abuelos, bisabuelos, tíos y primos, amig@s geniales que no aconsejaran y cuidaran a mi hija como sí fueran propia, ella no jugará en el parque en donde me dejé las rodillas, no conocerá las 11 casas que he habitado, no comerá ese caramelo que me fascinaba y no comprenderá porque lloro cuando escucho “esa” canción que estando en mi país no me provocaba nada.
Siempre me quedará esa “espinita” clavada…
Pero, ¿por qué?, sí nuestros hijos tienen su propio origen y construirán sus propios recuerdos y afectos desde aquí, porque aquí les tocó nacer y crecer. Nuestra tarea es asegurar que eso suceda, proveerles de fuertes y moldeables raíces que l@s sostenga a pesar de que su suelo no siempre sea el mismo. Nuestra historia pasada nos alimenta y nos configura como madres y eso es lo que de verdad les importa a nuestros hij@s, no el lugar de donde venimos, sino que los amamemos igual a como nos amaron a nosotras cuando éramos niñas, allí en tierras lejanas.
Que bonita historia Fernanda. Me siento muy identificada, llevo desde los 14 años fuera de mi casa, cuando llego la hora decidí formar mi propia familia y la verdad que no la cambiaría por nada en el mundo.
ResponderEliminarAhora les toca a ellos escribir la suya. Muack
Gracias Virginia, me alegra que te haya gustado.La hice pensando en miles de mujeres como nosotras. Y tal como dices,ahora les toca escribir la historia a nuestros hijos y a nosotros estar a su lado :)
Eliminar:)
ResponderEliminarCoincido contigo en que nuestr@s hijos tienen su propio origen, y yo pienso que nuestro trabajo es darle las raíces y la seguridad sea donde sea.
ResponderEliminarEn nuestra familia somos 4 y cada uno nacido en un país diferente. Desde que somos 4 hemos vivido en tres países, estos países muy distintos. Lo que más me ha costado es la falta de tribu, la falta de ayuda y compañía sobre todo los primeros meses de vida de las criaturas. Llegar a un nuevo país y lograr hacer amistades y lazos es un gran trabajo, pero debo decir que he tenido mucha suerte, en cada lugar hemos logrados poner una semilla que da frutos constantemente. Lo positivo que rescato, en el sentido de no tener tribu familiar, es que hemos tenido la libertad de criar a nuestra manera y de estar fuera de tanto cuestionamiento de familia y amigos.
Un beso enorme.
La red me ha permiso ponerte cara!!! Gracias por comentar mama arcoiris, y seguimos llevando la crianza respetuosa y haciendo familia allá donde vayamos. Besos a ti y a tus peques!
ResponderEliminarGracias Pía,besos a Colomba :)
EliminarMe alegra eso de tener cara!!!
EliminarEstamos en cibercontacto. Cuando quieras te pasas por mi blog.
Un gran saludo
Mamá Arcoiris
http://comosermamaconcienteenarabiaynomorirenelintento.wordpress.com
Carola!!! Que somos compañeras en Mujeres Empoderadas!!! Jajajaj.un beso guapa y nos vemos en el Aquelarre
EliminarGenial!!!!!
EliminarA los y las que nos quedamos aca... también es difícil no poder compartir con ustedes. Cuando paseo por Valpo y me meto a una tienda o cuando he viajado miro cosas de niñas y es inevitable pensar y decirle a Víctor "que lindo eso!!! sería genial para la Ami". Las felicito por este espacio reflexivo con algo tan importante como la maternidad!!! Bss
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