“Cuando
Israel señala que los niños que ha asesinado en la playa, en sus escuelas, en
sus propias viviendas eran escudos humanos o potenciales terroristas, lo que
está diciendo es que tiene un desprecio incalculable por la vida” comenta
nuestra Comadre Invitada sobre el ataque de Israel sobre Palestina, Marcela
Abedrapo, chilena descendiente palestina, madre y Licenciada en Historia, con mención en estudios culturales.
Ser madre, se nos ha dicho innumerables
veces, es el mejor regalo que la naturaleza les ha dado a las mujeres.
Probablemente la posibilidad que tiene nuestro vientre de acuñar otra vida es
efectivamente una de las experiencias más bellas por las cuales las mujeres, en
su mayoría, se enorgullecen durante su vida. Sin embargo, aquella concepción
puede tener distintos alcances.
Vertientes de clara raíz patriarcal
consideran a la mujer una prestadora de su cuerpo para que Dios engendre niños.
Otras señalan que la mujer logra su realización con la maternidad.
Partir de la concepción de que es la mujer
quien decide si sus expectativas de vida van acompañadas de la maternidad, va
en directa objeción con los postulados conservadores, que anulan al sujeto
femenino en pos del equilibrio de las relaciones sociales dominantes.
Dichas estas aclaraciones ideológicas, ¿qué
pasaría si las pensamos al revés? Me explico: ¿Cómo reaccionarían las
corrientes conservadores del equilibrio social naturalizado por el consenso del
pensamiento hegemónico, si las mujeres a pesar de las dificultades deciden ser
madres?
Muy de cerca hemos vivido las reacciones
frente a aquella realidad. Durante el siglo XX muchas fueron las denuncias de
prácticas abusivas de controles de natalidad forzadas que se aplicaron en
nuestra Latinoamérica y otras partes del “tercer mundo”, en donde a las mujeres
se les practicaban abortos sin su consentimiento o se les realizaban
esterilizaciones sin que se les informara de ello. Reducir la población era y
es una necesidad para algunas economías nacionales. Todos sabemos lo difícil
que es darle de comer a nuestros hijos y no tener control sobre la cantidad de
embarazos en una familia puede profundizar los niveles de pobreza, pero para
evitar aquello es imprescindible que se apliquen políticas de educación y de
planificación familiar con información transparente y oportuna, y no políticas
de exterminio.
Este criterio, que para las organizaciones internacionales
es ya un consenso, se aplica en la matanza sistemática de niños palestinos por
parte de Israel.
El sionismo, como toda ideología fascista,
busca la limpieza étnica del territorio para fundar sobre sus ruinas un nuevo Estado.
Y lo ha ido logrando. Desde que Inglaterra cede los terrenos de Palestina para
la conformación del Estado Israelí, la pérdida de territorio año a año ha ido
aumentando, hasta hoy tener menos del 10% del original. Eso quiere decir que la
mayor parte de los palestinos ha debido emigrar y los que permanecen se les ha
obligado a vivir en ghettos o ciudades cárceles, con altos índices de pobreza.
Gaza es hoy, la zona de mayor concentración demográfica del mundo con un
pequeño territorio y una población que disminuye, y se empobrece aún más, luego
de cada bombardeo.
En los últimos días el gobierno y la Fuerza Aérea
Israelí han insistido con que la muerte de civiles obedece a que grupos
terroristas los utilizaría como escudos humanos. Hablan de un trato humanitario
por no bombardear viviendas cuando verifican que hay habitantes en ellas. Por
esta razón realizarían disparos de advertencia, para que sus moradores evacuen
la zona y se concrete la operación militar diseñada.
La estrategia de la expansión utilizada por
Israel desde su llegada a Palestina es la ocupación territorial luego de la
destrucción de viviendas. Ese es el objetivo de bombardear casas, hospitales, centros
de acopio de ayuda internacional, escuelas y universidades: dejar sin vivienda,
sin salud, sin alimento, sin educación a miles de palestinos que se exiliarán,
morirán o se quedarán a vivir en dicha zona en condiciones paupérrimas.
Cuando Israel señala que los niños que ha
asesinado en la playa, en sus escuelas, en sus propias viviendas eran escudos
humanos o potenciales terroristas, lo que está diciendo es que tiene un
desprecio incalculable por la vida. Cuando ha impedido que mujeres a punto de
parir lleguen a los hospitales porque en los puestos de control simplemente no
les dan la autorización para ello, quiere decir que los vientres de esas
mujeres no tienen el permiso para engendrar. Cuando bombardean centros de salud
y de acopio de alimentos nos dicen que ellos deciden quien, cuando, donde y
como tienen derecho a vivir los de nacionalidad palestina. Cuando bombardean
centros educativos le dicen al mundo que está prohibido que el conocimiento lo
genere el oprimido.
Y sin embargo en Palestina cada vez hay más
profesionales, más voluntarios de la salud, más niños naciendo, jugando,
aprendiendo y amando la vida.
Cuando los sionistas justifican la muerte de
civiles, porque no habrían obedecido las indicaciones de abandonar el lugar que
habitaban, están dando a conocer sus verdaderas intenciones: la limpieza territorial
de toda etnia precedente para que sobre sus ruinas se cumpla el mandato de
pueblo elegido.
Ser madre en Palestina es un acto de
resistencia, pues las dificultades impuestas para la natalidad tienen la
finalidad de reducir la población paulatinamente. El derecho a nacer en la
patria está limitado, custodiado, reprimido. Cada bebé es una esperanza de un
mañana, pero al mismo tiempo, semilla de terrorismo para quien no quiera que
exista ese futuro. Esto no es una guerra, es genocidio. El sionismo seguirá
matando, porque palestinos siguen naciendo.
FOTO: Internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario