miércoles, 19 de marzo de 2014

De amamantar y otros derechos


Marzo, mes de la mujer y sus tribulaciones. Así podríamos llamar a este mes, marcado por la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y que en Chile este año, casi como si fuera a propósito, dejó en evidencia la realidad del género femenino.La dicotomía de avances de las mujeres en el poder público que choca con la realidad de la discriminación de género en temas esenciales, como amamantar.





En una semana particularmente noticiosa desde este punto de vista, asumió la segunda Presidenta de la República en la historia de Chile, con lo que el 50% de los habitantes de Latinoamérica son gobernados por mujeres; también asumió la primera Presidenta del Senado, y una diputada joven porteó en fular a su hija en el cambio de mando -también de manera inédita-. Mujeres sindicalistas, empresarias, animadores, famosas.
Mujeres en espacios de poder público y empresarial, pero la realidad golpea en la cara: en los mismos días que unas asumían como máximas autoridades del país, una mujer madre anónima fue llamada al pudor por intentar amamantar a su hijo en un restorán.
La situación de la madre de Quillota -que intentó dar pecho a su pequeño que lloraba de hambre y fue invitada por el dueño del restorán a cubrirse por respeto a los demás clientes- abrió un nutrido y diverso debate en las redes sociales y medios de comunicación masiva, desatando en algunos casos las más retrógradas y ofensivas opiniones sobre la maternidad y el amamantamiento.
Seguramente países vecinos y lejanos miren de manera extraña la demanda que por estos días copa blogs y redes sociales, pero lamentablemente se ha dejado instalada la duda sobre el derecho a amamantar en público, como si las mujeres debieran consultar y pedir permiso para algo tan esencial.
Se han desarrollado debates y análisis sobre el derecho a dar pecho y sobre los beneficios para los niños y niñas, pero se deja en segundo plano la figura de la mujer madre que alimenta, sufre y/o disfruta con ese proceso. Finalmente, como dijo en algún momento una designada senadora, la mujer se transforma en una “prestadora” del cuerpo.
En mi experiencia personal, amamantar no fue la más placentera situación de mi maternidad. Reconocer esto es doloroso, pero es cierto. Mi primer encuentro con el amamantamiento fue que mi hijo no aprendió, yo no supe darle pecho o mi pezón no estaba formado, el asunto es que lloró casi toda su primera noche de vida. Nos costó congeniar en este asunto y la impotencia se apoderó de mi esos primeros días. Yo quería amamantar, por convicción, por amor y por anhelo.
Pasó una semana y todos los días intentábamos, la pena comenzaba a embargarme, pero se alejaba con las caricias de mi pequeño. Fui a clases de amamantamiento, ayuda de familiares, apoyo de mi pareja. Luego, agarró el pecho, como se dice, y vino el dolor terrible de las mordeduras y pezones rotos. Aún así, con escalofríos de dolor y mi pareja haciéndome cariño en la espalda para aguantar, le di pecho a mi hijo hasta que quiso y pude por mi trabajo. Lo volvería a hacer mil veces, pero lamentablemente no fue lo mágico y soñado que hubiese querido.
Relato esto porque dar pecho es una situación personal, humana y que muchas veces no está en nuestras manos. Yo habría querido dar pecho hasta los dos años y que jamás mi pequeño hubiera conocido la leche de fórmula, pero la situación no se dio así y mi amamantamiento fue corto.
Pensar en regular, en si se pone manta o no, si es en privado o en público, en que te echen de un lugar porque a otros les da asco, que esto sea comparado con cortarse las uñas o ir al baño -porque es “igual de natural”, dicen- a mi juicio radica en dos explicaciones: machismo cultural y falta de educación social.
Machismo cultural porque aún se ve a la mujer como un objeto disponible para diversas utilidades, desde la utilización como objeto sexual de divertimento particular, hasta creer que se le puede dar permiso sobre en qué momento dar de comer a su hijo como la madre naturaleza le ha indicado. Finalmente, la objetivización de la mujer anula la existencia de un ser humano racional, pensante y capaz de tomar decisiones.
Si hablamos de la mujer madre, pues peor aún, pues la madre está destinada, según algunos, a dar sin exigir ni preguntar ni opinar.
Falta de educación social, pues en Chile no existe la concepción de tolerancia y aceptación del otro en su particularidad, sino que aspiramos a la homogeneización de todo y tod@s: bebes, niñ@s, adult@s, hombres y mujeres deberían comportarse de la misma forma.
El amamantar es parte de la vida humana, que cada individuo vive o deja de vivir de manera particular. Tal como enamorarse, odiar, trabajar o cocinar, amamantar es algo vital de una parte importante de nuestra vida.
Dar pecho, tal como definir si tienes derecho a votar o no, con quién te casas, haces el amor o qué profesión estudias, es un derecho que reside en la mujer y que nuestra sociedad debería avanzar en aceptar.
La necesidad del cambio cultural profundo que requiere nuestra sociedad y que se evidencia en la desigualdad social que nos agobia, se manifiesta a diario en la vida de una mujer madre, que debe enfrentarse a la exclusión, estigmatización y opiniones sin filtro, solo por serlo.
Criar con amor y consecuencia es un gran grano de arena en esta playa de cambios que debemos hacer para ir avanzando en una sociedad más humana.

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