"El lenguaje no solamente influye en la formación sociocultural que optamos por entregar en la crianza, sino también en la dimensión individual de nuestros pequeños y pequeñas. Nunca debemos olvidar que a pesar de su corta edad son seres pensantes, sujetos de derechos, y recordar que en la primera infancia logran el mayor desarrollo cognitivio-emocional del ser humano".
Por Millaray Neira
Mi hija mayor colorea un dibujo
impreso. En su búsqueda de colores me reclama que le falta el color piel entre
sus lápices. ¿Color piel...? Suena la alerta interna… ¿Existe un color piel? Le
transmito mis tribulaciones a mi hija, comparamos nuestras pieles y concordamos en que no existe un color piel, sino que puede haber muchas pieles de diferentes
colores. Elige el color que tú prefieras, le digo, y ella elige entre sus
lápices sin mayor complicación ni prejuicios.
Las palabras son creadoras de
realidades, el lenguaje tiene una fuerza increíble e invisible para moldear y
moldearse tanto a nivel sociocultural como individual. Basta con dar cualquier
ejemplo de el revuelo que causan los interminables dichos “desafortunados” de cualquier político de cualquier país de
cualquier momento histórico. Y eso vale también para nuestros
hijos e hijas, por lo cual merece darnos tiempo (que tanto escasea) para
reflexionar sobre el uso consciente/inconsciente que le damos al lenguaje.
Mientras sucedía esta anécdota, yo pensaba que lo que había ocurrido era un signo de algo importante, algo a lo que debo poner mi atención, sin saber qué era. Pasó el tiempo y las reflexiones maternas fluyeron, como siempre ocurre a las madres, a lo que se sumaron ciertas capacitaciones de mi trabajo además de la lectura del libro “Hijos con autoestima positiva”, que me permiten hoy detenerme y cavilar.
Mientras sucedía esta anécdota, yo pensaba que lo que había ocurrido era un signo de algo importante, algo a lo que debo poner mi atención, sin saber qué era. Pasó el tiempo y las reflexiones maternas fluyeron, como siempre ocurre a las madres, a lo que se sumaron ciertas capacitaciones de mi trabajo además de la lectura del libro “Hijos con autoestima positiva”, que me permiten hoy detenerme y cavilar.
El uso del lenguaje, verbal o no verbal, tiene
una intención comunicativa, es decir, busca una inter-acción entre el emisor y
el receptor. Es por esta dinámica de accionar colectivo que el lenguaje crea realidades: a través de los
significados que se envían, y (esa es la magia) que el
receptor re-construye. Las palabras que usamos y no usamos, son recibidas por
nuestros niños y niñas, creando su propia lectura. Y esto es mucho más fuerte
cuando con palabras intentamos transmitir algo y nuestro lenguaje no verbal
dice otra cosa.
Cuando mi hija tenía dos años, como muchos padres enfatizábamos siempre nuestro discurso pro paz y no violencia.
Sin embargo, y en paralelo, sin darnos cuenta la involucrábamos en nuestra fijación del momento: ver la serie de televisión sobre la vida de Pablo Escobar, un famoso narcotraficante colombiano. En nuestra inocencia de
padres, comprábamos los dvd semanalmente y los veíamos en la hora de la siesta, hora en que supuestamente ella estaba durmiendo
y no iba influirle mayormente. Eso pensábamos hasta que la veo jugar a disparar con una
metralleta imaginaria, y al interrogarla me contesta que juega a Pablo Escobar.
Este fue un caso de incongruencia
de comunicación entre mi lenguaje verbal y no verbal.
Pero el lenguaje no solamente influye en la formación sociocultural que optamos por entregar en la crianza,
sino también en la dimensión individual de nuestros pequeños y pequeñas. Nunca
debemos olvidar que a pesar de su corta edad son seres pensantes, sujetos de
derechos, y recordar que en la primera infancia logran el mayor desarrollo
cognitivio-emocional del ser humano.
Como lo establece la sicóloga chilena
Neva Milicic en conjunto con Soledad López, el lenguaje que los padres y los
adultos significativos usan tienen una gran influencia en la creación del
autoconcepto de nuestras hijas e hijos, pues somos sus grandes referentes en los primeros años de vida. Señala incluso que todos los estudios demuestran que
modificaciones simples de estos adultos tienen una repercusión positiva en la
autoestima de niños y niñas. La configuración del autoconcepto es la
lectura, la creación de significados de la propia persona, en la cual influye lo
que el ambiente le comunica. Este autoconcepto se relaciona directamente con la
autoestima, que es una pieza primordial para que nuestras hijas e hijos crezcan
con herramientas sólidas para enfrentar la vida. La autoestima por tanto, se
nutre de sentirse querido y aceptado.
No creo que en verdad sea posible el
control total de nuestro lenguaje, pues no somos máquinas, y también se comunican con nuestros hijos otros que nos rodean en nuestra esencia gregaria. A pesar de ello, me parece
relevante metacognitar en lo que hacemos/decimos. A veces es importante
detenernos y escuchar nuestras propias voces. En eso tengo a mi hija menor que
me ayuda en sus casi dos años, está ansiosa de hablar y anda como un lorito
repitiendo lo que oye; y, más veces de lo que quisiera, lo que repite me asusta.
Dejo con Ud. Una cita de las
sicólogas Neva Milicic y Soledad López:
"La práctica de vivir conscientemente
significa intentar ser responsable de nuestras acciones, propósitos, valores y
metas, llevando nuestras capacidades al máximo".
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